A lo largo de la historia del cine, muchas han sido las películas que posteriormente a su estreno en la gran pantalla han recibido una versión extendida o versión del director de la misma, habiendo algunos casos remarcables en los últimos años como el de la trilogía de El señor de los anillos y El hobbit, ambas dirigidas por Peter Jackson, extendiendo la trama, teniendo la oportunidad de incluir más detalles y por tanto más contexto.
El debate de las versiones extendidas siempre ha estado muy presente entre los aficionados al séptimo arte, diferenciando claramente aquellas que están alargadas por el mero hecho de incrementar la duración, pero sin aportar realmente nuevo a la historia, con aquellas donde sí es necesario en pos de una mejor narrativa que puede cambiar incluso la percepción que el espectador tenía sobre la cinta. Esto es algo que hemos visto recientemente con dos películas de Zack Snyder, Batman vs Superman: El amanecer de la Justicia, cuyo montaje del director aporta detalles esenciales para el devenir de la trama, notándose su versión para cines inconexa, y La liga de la Justicia, la cual nada tiene que ver la versión estrenada en la gran pantalla dirigida por Joss Wheedon, con la versión de Snyder que tanto costó que se hiciera realidad, demostrando la profunda diferencia que había entre ambas.
Precisamente esto es lo que le sucedió a Ridley Scott cuando en 2004 estrenó El reino de los cielos. Protagonizada por Orlando Bloom, la historia sigue a Balian, un herrero francés, que marcado por la muerte de su esposa se embarca en una cruzada hacia Jerusalén junto a su padre, el barón Godfrey (Liam Neeson). Una vez allí, Balian, se ve envuelto en una guerra iniciada por las ansias de poder Guy de Lusignan (Marton Csokas), quien rompe la paz con el sultán Saladino (Ghassan Massoud). Ante esta situación, Balian, acaba siendo el referente de las fuerzas de Jerusalén contra el asedio del ejército de Saladino.
La película, una de las mejores de la filmografía de Ridley Scott, no fue considerada como tal hasta la llegada del montaje del director, principalmente debido a que la versión estrenada en las salas de cine en su momento, estuvo recortada en exceso para contener la duración, algo que sin duda le pasó factura a ojos de la critica debido a la sensación de inconexión en algunas partes. Estamos hablando que el montaje para cines tiene una duración de 144 minutos, mientras que el montaje del director es de 194 minutos, 50 minutos de diferencia esenciales para narrar la historia tal y como fue concebida.
La importante trama que obvió la versión de cines de El reino de los cielos
Entre esos 50 minutos del montaje del director de El reino de los cielos se encuentra una trama vital que cambia por completo la percepción de una parte de la historia de la película, añadiendo todavía más carga dramática y profundidad.
Cuando Balian llega a Jerusalén, esta está gobernada por el rey Balduino IV (Edward Norton), descendiente de cruzados católicos que tomaron la ciudad en el siglo XI. Considerado por la población como un buen rey, manteniendo cierta relación de cordialidad con el sultán Saladino, el problema es que tiene la enfermedad de la lepra y aunque intenta ocultarlo tras una máscara y amplios ropajes, es de dominio público que su final está próximo, algo que deriva en una crisis por la sucesión en el trono.
Ante está inevitable situación, Balduino y su hermana, la princesa Sibylla (Eva Green), quienes quieren mantener la paz, temen que el marido de esta Guy de Lusignan, desate una guerra cuando ascienda al poder. Por ello, la llegada de Balian parece ser un bálsamo para Balduino, entablando una buena amistad con él, pidiéndole que acabe con Guy de Lusignan para poder casarse con Sibylla y liderar ambos Jerusalén, algo a lo que Balian se niega, propiciando que después de la muerte de Balduino, Guy acceda al poder.
Aunque en ambas versiones el desenlace es el mismo, el montaje del director cambia por completo la perspectiva de los hechos, pues en este, el verdadero sucesor al trono es el hijo de Sibylla, quien ni si quiera aparece en el montaje que fue estrenado en cines y que tiene todo un arco argumental detrás que pone al personaje de Eva Green en una tesitura realmente complicada. Resulta que el niño tiene la desgracia de haber heredado la lepra de su tío, algo de lo que su madre no es consciente hasta que le ve quemarse la mano sin causarle esto ningún dolor. La decisión a partir de este momento es dramática para ella, pues tiene que tomar la determinación entre ver a su hijo sufrir como lo ha hecho su hermano durante gran parte de su vida o permitir que Guy ascienda al trono, optando finalmente, con evidentemente todo su pesar, envenenar a su hijo con el fin de evitarle el trágico destino.
Esta parte, según ha explicado Ridley Scott recientemente en una entrevista con Deadline con motivo del estreno de Napoleón, fue eliminada para agilizar la historia y reducir el metraje, aunque sin darse cuenta sacrificó una de las mejores partes de la película la cual pone mucho más en valor al personaje de Eva Green, siendo consciente posteriormente del error que cometió, tal y como ha reconocido.
Al Reino de los Cielos le quité 17 minutos y no debería haberlo hecho, que fue el dilema de la Princesa de Jerusalén cuando descubrió que su hijo tenía lepra. Algo que desviaba la historia y consumía 17 minutos de la película. Para mí, simplemente hizo que la película fuera más sustanciosa y lo eliminé para que la historia volara, y me arrepiento. Pero ahora lo veo y pienso, vaya, eso es bueno. Bastante bueno.
Estas palabras dejan patente que Scott no estuvo nada acertado en eliminar esa parte del montaje para cines, pues lo cierto es que, 17 minutos más en una película que ya estaba por encima de la dos horas y media de duración, no suponía una gran diferencia de tiempo, pero sí en la narrativa de la trama.
Napoleón llega a los cines el próximo viernes 24 de noviembre con una duración de 2 horas y 38 minutos de duración, llegando posteriormente la versión extendida a la plataforma Apple TV+, en una fecha todavía por revelarse.